Alumnos: Thiago Barral - Brandon Chambi – Ignacio Coca – Jeannifer Faiad- Nadia Garcia – Grupo A5º AINFORME: La noticia de adueñó del café Amelia
Qué mejor lugar, ahora, que todos los ojos del mundo están puestos en Francia, que el bar donde se filmó "Amélie" —la película que competió por el Oscar con la argentina "El hijo de la novia"— para testear el humor de los franceses en esta insólita elección presidencial?
"Le Tabac de deux molins", el ahora célebre café de Montmartre, iba de mesa en mesa escuchando la opinión de los parroquianos y de muchos turistas, en el día del duelo entre el actual presidente de Francia, Jacques Chirac, y el polémico —y odiado— Jean-Marie Le Pen.
La segunda vuelta de las presidenciales fue motivo central de conversación. Algunos clientes,
como siempre, se acercaron al local sólo para comprar cigarrillos. Justo enfrente, un grupo de
vecinos había colgado en un balcón un inmenso cartel que dice "Viva la democracia".
Jean Claude, un agente de comercio, tomaba un trago de pernot mientras esperaba para ir a votar.
"Había una cola de 30 personas en mi colegio electoral, a unos metros de aquí. Nunca había visto algo semejante", comentó. "Pienso que la gente irá a votar", se ilusionaba. "Si Le Pen logra un buen resultado, esto va a oler muy mal", decía Jean Claude, cuando todavía no se conocían ni siquiera los sondeos de boca de urna.
Una pareja se tomaba un cafecito en esa mañana fresca en plena primavera de París, luego de haber votado.
"Es difícil explicar lo que se juega en estas elecciones", admitió Isabel, de 32 años. Hablaba
también en nombre de su pareja, que la mira en silencio: "Los dos votamos por Chirac, pero no votamos por él sino contra Le Pen"
Tiene sus razones: para ella, "todo estuvo mal desde que comenzó la campaña, porque, ¿cómo es posible que Chirac y Le Pen pudieran llegar a ser candidatos?", se preguntaba. Luego hizo su propio perfil de ambos dirigentes. Su pareja seguía el relato en silencio. La mirada atenta. Cada tanto, asentía con la cabeza: "El primero debería estar en la cárcel por asuntos de corrupción (cuando era alcalde de París), y al segundo se le deberían haber quitado sus mandatos políticos por haber agredido a una diputada en 1997".
A unos metros del bar, una mujer mayor les explicaba a dos turistas polacos que Le Pen es
"¡odioso... terrible!". Y abundaba en datos, mientras acompañaba sus palabras haciendo gestos en el aire: "Torturó con sus propias manos.
En tanto, dentro del bar, Myriam sigue pasando entre las mesas con su bandeja y le responde con una sonrisa a un cliente que le preguntó si se había "puesto bonita para ir a votar por la democracia".
Pero detrás del mostrador, la dueña del ahora célebre café parisino vende sus cigarrillos y cobra los consumos sin hablar mucho.
"En un lugar como el nuestro no hay que hablar de política. Eso es muy malo", afirma con tono cortante. "De todas maneras, la gente sabe qué es lo que pensamos", terminó diciendo.
Como todo en París— de película, pero en "Le Tabac de deux moulins" ya nada es igual. Dos razones: en Francia, ayer no era un día cualquiera. Y, claro, la más importante: faltaba Amélie, con sus ojos negros, llevando ilusiones de mesa en mesa
Grupo B: Solidaridad
Ludmila Suarez Y Giuliana Cespedes El soldadito de plomo solidario
Érase una vez un niño que tenía muchísimos juguetes. Los guardaba todos en su habitación y, durante el día, pasaba horas y horas felices jugando con ellos.
Uno de sus juegos preferidos era el de hacer la guerra con sus soldaditos de plomo. Y así fue como un día el soldadito pudo conocer a una gentil bailarina, también de plomo. Entre los dos se estableció una corriente de simpatía y, poco a poco, casi sin darse cuenta, el soldadito se enamoró de ella. Las noches se sucedían deprisa, una tras otra, y el soldadito enamorado no encontraba nunca el momento oportuno para declararle su amor. Cuando el niño lo dejaba en medio de los otros soldados durante una batalla, anhelaba que la bailarina se diera cuenta de su valor por la noche, cuando ella le decía si había pasado miedo, él le respondía con vehemencia que no.
Pero las miradas insistentes y los suspiros del soldadito no pasaron inadvertidos por el diablejo que estaba encerrado en una caja de sorpresas. Cada vez que, por arte de magia, la caja se abría a medianoche, un dedo amonestante señalaba al pobre soldadito.
Finalmente, una noche, el diablo estalló.
-¡Eh, tú!, ¡Deja de mirar a la bailarina!
El pobre soldadito se ruborizó, pero la bailarina, muy gentil, lo consoló:
-No le hagas caso, es un envidioso. Yo estoy muy contenta de hablar contigo.
Y lo dijo ruborizándose.
¡Pobres estatuillas de plomo, tan tímidas, que no se atrevían a confesarse su mutuo amor!
Pero un día fueron separados, cuando el niño colocó al soldadito en una ventana.
-¡Quédate aquí y vigila que no entre ningún enemigo puedes hacer de centinela!-
El niño colocó luego a los demás soldaditos encima de una mesa para jugar.
Pasaban los días y el soldadito de plomo no era relevado de su puesto de guardia.
Una tarde estalló de improviso una tormenta, y un fuerte viento sacudió la ventana, golpeando la figurita de plomo que se precipitó en el vacío. Al caer se golpeó con la cabeza hacia abajo, la bayoneta del fusil se clavó en el suelo. El viento y la lluvia persistían. ¡Una borrasca de verdad! El agua, que caía a cántaros, pronto formó amplios charcos y pequeños riachuelos que se escapaban por las alcantarillas. Una nube de muchachos aguardaba a que la lluvia amainara, cobijados en la puerta de una escuela cercana. Cuando la lluvia cesó, se lanzaron corriendo en dirección a sus casas, evitando meter los pies en los charcos más grandes. Dos muchachos se refugiaron de las últimas gotas que se escurrían de los tejados, caminando muy pegados a las paredes de los edificios.
Fue así como vieron al soldadito de plomo clavado en tierra, chorreando agua.
-¡Qué lástima que tenga una sola pierna! Si no, me lo hubiera llevado a casa -dijo uno.
-Tomémoslo igual, para algo servirá -dijo el otro, y se lo metió en un bolsillo.
Al otro lado de la calle descendía un riachuelo, el cual transportaba una barquita de papel que llegó hasta allí no se sabe cómo.
-¡Pongámoslo encima y parecerá marinero!- dijo el pequeño que lo había recogido.
Así fue como el soldadito de plomo se convirtió en un navegante. El agua vertiginosa del riachuelo era engullida por la alcantarilla que se tragó también a la barquita. En el canal subterráneo el nivel de las aguas turbias era alto.
Enormes ratas, cuyos dientes rechinaban, vieron como pasaba por delante de ellas el insólito marinero encima de la barquita zozobrante. ¡Pero hacía falta más que unas míseras ratas para asustarlo, a él que había afrontado tantos y tantos peligros en sus batallas!
La alcantarilla desembocaba en el río, y hasta él llegó la barquita que al final zozobró sin remedio empujada por remolinos turbulentos.
Después del naufragio, el soldadito de plomo creyó que su fin estaba próximo al hundirse en las profundidades del agua. Miles de pensamientos cruzaron entonces por su mente, pero sobre todo, había uno que le angustiaba más que ningún otro: era el de no volver a ver jamás a su bailarina...
De pronto, una boca inmensa se lo tragó para cambiar su destino. El soldadito se encontró en el oscuro estómago de un enorme pez, que se abalanzó vorazmente sobre él atraído por los brillantes colores de su uniforme.
Sin embargo, el pez no tuvo tiempo de indigestarse con tan pesada comida, ya que quedó prendido al poco rato en la red que un pescador había tendido en el río.
Poco después acabó agonizando en una cesta de la compra junto con otros peces tan desafortunados como él. Resulta que la cocinera de la casa en la cual había estado el soldadito, se acercó al mercado para comprar pescado.
-Este ejemplar parece apropiado para los invitados de esta noche -dijo la mujer contemplando el pescado expuesto encima de un mostrador.
El pez acabó en la cocina y, cuando la cocinera la abrió para limpiarlo, se encontró sorprendida con el soldadito en sus manos.
-¡Pero si es uno de los soldaditos de...! -gritó, y fue en busca del niño para contarle dónde y cómo había encontrado a su soldadito de plomo al que le faltaba una pierna.
-¡Sí, es el mío! -exclamó jubiloso el niño al reconocer al soldadito mutilado que había perdido.
-¡Quién sabe cómo llegó hasta la barriga de este pez! ¡Pobrecito, cuantas aventuras habrá pasado desde que cayó de la ventana!- Y lo colocó en la repisa de la chimenea donde su hermanita había colocado a la bailarina.
Un milagro había reunido de nuevo a los dos enamorados. Felices de estar otra vez juntos, durante la noche se contaban lo que había sucedido desde su separación.
Grupo
C: Dignidad de las PersonasAlumna: Cami Corrado5º ADignidad
de las personas
Vivimos unos tiempos en los que la defensa de los derechos humanos y su
fundamentación tienen un papel capital en el pensamiento antropológico y
político. Pero junto a esos intentos, nos tropezamos también con un hecho: la
violación de los derechos más inarrebatables del hombre es un dato cotidiano en
nuestro mundo. La dignidad de la persona está puesta en entredicho en la
práctica en unas proporciones difícilmente imaginables. Por eso, la comprensión
de la dignidad de la persona debe concretarse no sólo en la formulación teórica
de los derechos humanos, sino también en la actualización práxica de esos
derechos en todos y en cada uno de los hombres, pues la dignidad humana no
tiene como término el orden de lo teórico sino el de lo real, pues la persona
no es una idea abstracta sino un ser encarnado. Por otra parte, se dice y se
escribe con frecuencia que la persona es un valor fundamental y que tiene una
dignidad propia irrenunciable.
Pero cuando sostenemos eso podemos propiciar una cierta confusión, consistente
en pensar que existen muchos valores y que uno de ellos es la persona, esto es,
un valor junto o al lado de otros valores. Como mucho se dirá con Máx. Scheler,
que la persona es el valor fundamental, el protovalor. No negamos que la
persona sea considerada como primer valor en el orden de lo creado. Pero parece
conveniente distinguir entre unos valores que son siempre abstractos y la
dignidad que posee la persona concreta, de carne y hueso. En efecto, desde una
perspectiva no maniquea de la materia, también las cosas del mundo son dignas.
Pero la dignidad de la persona y la de las cosas no tiene el mismo valor, no
son magnitudes ontológicamente sinérgicas. Por eso aquí debemos plantear la
asimetría que existe entre la dignidad de la persona y la del resto de entes
existentes, para, en segundo lugar, ensayar un intento de formulación de la
dignidad de la persona de forma incondicionada y absoluta.
LA DIGNIDAD HUMANA:
Esta frase nos deja muy en claro que la dignidad humana es una condición
inherente al ser humano, es decir, que no se puede renunciar a esta; teniendo
en cuenta esto, entramos a analizar el ¿qué es? Y ¿por qué existe? Dicha
condición que resulta ser tan importante tanto para la sociedad como para el
ordenamiento jurídico existente en nuestro país; pero del mismo modo, podemos
darnos cuenta de que la razón por la cual existe la protección a esta condición
es el simple hecho de que el ser humano exista y se mueva constantemente dentro
de un grupo social que, de una u otra manera lo determina con el paso del
tiempo como un ser humano a cabalidad, con todo lo que el es y con todo lo que
el ser humano implica.
Por ello, decimos que la dignidad humana como condición de ser humano, es el
hecho de acceder sin ningún costo o remuneración económica a los derechos y las
obligaciones que poco a poco, se van generando con el paso del tiempo y de
acuerdo a las condiciones sociales en las que normalmente se mueve por el hecho
de estar o pertenecer a un grupo social; esto implica pues, un respeto mutuo de
sus derechos como lo son a tener una vida digna, con un honor, con una buena
reputación, sin ser de ninguna manera objeto de ultrajes o humillaciones.
De otra parte, la dignidad humana existe porque el ser humano se distingue de
los animales precisamente por el hecho de tener autodeterminación y a su vez,
una igualdad frente a los seres de su misma especie con respecto al trato; pero
respetando siempre, de una u otra forma, las diferencias que les dan la esencia
de ser humano como tal que hace que la convivencia entre la sociedad misma se
haga interesante, productiva y constructiva.
Por último y como forma de reflexión solamente me queda añadir y preguntar;
siendo el ser humano un sujeto susceptible de derechos y obligaciones capaz de
convivir de manera respetuosa e inteligente dentro de la sociedad, ¿Cómo es
posible que exista la discriminación, los ultrajes y la humillación en su ser
integral?.
NOTA: ¿QUÉ OPINAS FRENTE AL TEMA EN DISCUSIÓN?
Esta frase nos deja muy en claro que la dignidad humana es una condición
inherente al ser humano, es decir, que no se puede renunciar a esta; teniendo
en cuenta esto, entramos a analizar el ¿qué es? Y ¿por qué existe? Dicha
condición que resulta ser tan importante tanto para la sociedad como para el
ordenamiento jurídico existente en nuestro país; pero del mismo modo, podemos
darnos cuenta de que la razón por la cual existe la protección a esta condición
es el simple hecho de que el ser humano exista y se mueva constantemente dentro
de un grupo social que, de una u otra manera lo determina con el paso del
tiempo como un ser humano a cabalidad, con todo lo que el es y con todo lo que
el ser humano implica.
Por ello, decimos que la dignidad humana como condición de ser humano, es el
hecho de acceder sin ningún costo o remuneración económica a los derechos y las
obligaciones que poco a poco, se van generando con el paso del tiempo y de
acuerdo a las condiciones sociales en las que normalmente se mueve por el hecho
de estar o pertenecer a un grupo social; esto implica pues, un respeto mutuo de
sus derechos como lo son a tener una vida digna, con un honor, con una buena
reputación, sin ser de ninguna manera objeto de ultrajes o humillaciones.
De otra parte, la dignidad humana existe porque el ser humano se distingue de
los animales precisamente por el hecho de tener autodeterminación y a su vez,
una igualdad frente a los seres de su misma especie con respecto al trato; pero
respetando siempre, de una u otra forma, las diferencias que les dan la esencia
de ser humano como tal que hace que la convivencia entre la sociedad misma se
haga interesante, productiva y constructiva.
Por último y como forma de reflexión solamente me queda añadir y preguntar;
siendo el ser humano un sujeto susceptible de derechos y obligaciones capaz de
convivir de manera respetuosa e inteligente dentro de la sociedad, ¿Cómo es
posible que exista la discriminación, los ultrajes y la humillación en su ser
integral?.
NOTA: ¿QUÉ OPINAS FRENTE AL TEMA EN DISCUSIÓN?
Por ello, decimos que la dignidad humana como condición de ser humano, es el
hecho de acceder sin ningún costo o remuneración económica a los derechos y las
obligaciones que poco a poco, se van generando con el paso del tiempo y de
acuerdo a las condiciones sociales en las que normalmente se mueve por el hecho
de estar o pertenecer a un grupo social; esto implica pues, un respeto mutuo de
sus derechos como lo son a tener una vida digna, con un honor, con una buena
reputación, sin ser de ninguna manera objeto de ultrajes o humillaciones.
De otra parte, la dignidad humana existe porque el ser humano se distingue de
los animales precisamente por el hecho de tener autodeterminación y a su vez,
una igualdad frente a los seres de su misma especie con respecto al trato; pero
respetando siempre, de una u otra forma, las diferencias que les dan la esencia
de ser humano como tal que hace que la convivencia entre la sociedad misma se
haga interesante, productiva y constructiva.
Por último y como forma de reflexión solamente me queda añadir y preguntar;
siendo el ser humano un sujeto susceptible de derechos y obligaciones capaz de
convivir de manera respetuosa e inteligente dentro de la sociedad, ¿Cómo es
posible que exista la discriminación, los ultrajes y la humillación en su ser
integral?.
NOTA: ¿QUÉ OPINAS FRENTE AL TEMA EN DISCUSIÓN?
De otra parte, la dignidad humana existe porque el ser humano se distingue de
los animales precisamente por el hecho de tener autodeterminación y a su vez,
una igualdad frente a los seres de su misma especie con respecto al trato; pero
respetando siempre, de una u otra forma, las diferencias que les dan la esencia
de ser humano como tal que hace que la convivencia entre la sociedad misma se
haga interesante, productiva y constructiva.
Por último y como forma de reflexión solamente me queda añadir y preguntar;
siendo el ser humano un sujeto susceptible de derechos y obligaciones capaz de
convivir de manera respetuosa e inteligente dentro de la sociedad, ¿Cómo es
posible que exista la discriminación, los ultrajes y la humillación en su ser
integral?.
NOTA: ¿QUÉ OPINAS FRENTE AL TEMA EN DISCUSIÓN?
Por último y como forma de reflexión solamente me queda añadir y preguntar;
siendo el ser humano un sujeto susceptible de derechos y obligaciones capaz de
convivir de manera respetuosa e inteligente dentro de la sociedad, ¿Cómo es
posible que exista la discriminación, los ultrajes y la humillación en su ser
integral?.
NOTA: ¿QUÉ OPINAS FRENTE AL TEMA EN DISCUSIÓN?
En la filosofía moderna y en la ética actual se
propaga una subjetivización de los valores y del bien.
Desde David Hume, existe una corriente de
pensamiento que se expresa en la idea de que no es posible derivar ningún tipo
de deber a partir del ser de las cosas. El paso siguiente nos lleva a concluir
que por valores entendemos nuestras impresiones, reacciones y juicios, con lo
cual convertimos el deber en un fruto de nuestra voluntad o de nuestras
decisiones.
En el positivismo jurídico tipo Kelsen el
derecho es el resultado de la voluntad de las autoridades del estado, que son
las que determinan aquello que es legalmente correcto - y legítimo - y lo que
no lo es.
En ética, el positivismo y el empirismo afirman
que bueno y malo son decisiones meramente irracionales o puro objeto de
impresiones o reacciones, o sea, del campo emocional. Tanto en el positivismo
como en el empirismo existe aún, es verdad, la idea de valores, pero sólo como
una idea subjetiva o como objeto de consenso. El acuerdo por ejemplo de un
grupo o de un pueblo crea los valores.
En realidad esto conduce a un relativismo total.
Así por ejemplo, el grupo podría acordar que los judíos no son seres humanos o
que no poseen dignidad, y que por tanto se los puede asesinar sin miedo a
castigo alguno. Para esta teoría no existe ningún fundamento que se base en la
naturaleza de las cosas y cualquier punto de vista puede además variar de una a
otra época. No existe ninguna barrera segura de valores frente a la
arbitrariedad del estado y el ejercicio de la violencia.
Sin embargo, el propio conocimiento y la
apertura natural a los demás nos permite reconocer en ellos y en nosotros el
poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia, el
hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que
forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como
objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de
felicidad que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y
empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le
acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la
inconsciencia.
En resumen: ala vez que forma parte del mundo,
el hombre lo trasciende y muestra una singular capacidad - por su inteligencia
y por su libertad - de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta
finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden
superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo
denominamos "dignidad humana".
La dignidad propia del hombre es un valor
singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o
podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano
retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra
voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo
y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o
rechazarlo.
Este valor singular que es la dignidad humana se
nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto
que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los
seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera
por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una
realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un
trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados,
este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres
humanos.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de
pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la
enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el
individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo
digno y merecedor de respeto.
Desde David Hume, existe una corriente de
pensamiento que se expresa en la idea de que no es posible derivar ningún tipo
de deber a partir del ser de las cosas. El paso siguiente nos lleva a concluir
que por valores entendemos nuestras impresiones, reacciones y juicios, con lo
cual convertimos el deber en un fruto de nuestra voluntad o de nuestras
decisiones.
En el positivismo jurídico tipo Kelsen el
derecho es el resultado de la voluntad de las autoridades del estado, que son
las que determinan aquello que es legalmente correcto - y legítimo - y lo que
no lo es.
En ética, el positivismo y el empirismo afirman
que bueno y malo son decisiones meramente irracionales o puro objeto de
impresiones o reacciones, o sea, del campo emocional. Tanto en el positivismo
como en el empirismo existe aún, es verdad, la idea de valores, pero sólo como
una idea subjetiva o como objeto de consenso. El acuerdo por ejemplo de un
grupo o de un pueblo crea los valores.
En realidad esto conduce a un relativismo total.
Así por ejemplo, el grupo podría acordar que los judíos no son seres humanos o
que no poseen dignidad, y que por tanto se los puede asesinar sin miedo a
castigo alguno. Para esta teoría no existe ningún fundamento que se base en la
naturaleza de las cosas y cualquier punto de vista puede además variar de una a
otra época. No existe ninguna barrera segura de valores frente a la
arbitrariedad del estado y el ejercicio de la violencia.
Sin embargo, el propio conocimiento y la
apertura natural a los demás nos permite reconocer en ellos y en nosotros el
poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia, el
hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que
forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como
objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de
felicidad que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y
empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le
acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la
inconsciencia.
En resumen: ala vez que forma parte del mundo,
el hombre lo trasciende y muestra una singular capacidad - por su inteligencia
y por su libertad - de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta
finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden
superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo
denominamos "dignidad humana".
La dignidad propia del hombre es un valor
singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o
podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano
retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra
voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo
y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o
rechazarlo.
Este valor singular que es la dignidad humana se
nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto
que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los
seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera
por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una
realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un
trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados,
este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres
humanos.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de
pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la
enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el
individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo
digno y merecedor de respeto.
En el positivismo jurídico tipo Kelsen el
derecho es el resultado de la voluntad de las autoridades del estado, que son
las que determinan aquello que es legalmente correcto - y legítimo - y lo que
no lo es.
En ética, el positivismo y el empirismo afirman
que bueno y malo son decisiones meramente irracionales o puro objeto de
impresiones o reacciones, o sea, del campo emocional. Tanto en el positivismo
como en el empirismo existe aún, es verdad, la idea de valores, pero sólo como
una idea subjetiva o como objeto de consenso. El acuerdo por ejemplo de un
grupo o de un pueblo crea los valores.
En realidad esto conduce a un relativismo total.
Así por ejemplo, el grupo podría acordar que los judíos no son seres humanos o
que no poseen dignidad, y que por tanto se los puede asesinar sin miedo a
castigo alguno. Para esta teoría no existe ningún fundamento que se base en la
naturaleza de las cosas y cualquier punto de vista puede además variar de una a
otra época. No existe ninguna barrera segura de valores frente a la
arbitrariedad del estado y el ejercicio de la violencia.
Sin embargo, el propio conocimiento y la
apertura natural a los demás nos permite reconocer en ellos y en nosotros el
poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia, el
hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que
forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como
objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de
felicidad que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y
empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le
acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la
inconsciencia.
En resumen: ala vez que forma parte del mundo,
el hombre lo trasciende y muestra una singular capacidad - por su inteligencia
y por su libertad - de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta
finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden
superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo
denominamos "dignidad humana".
La dignidad propia del hombre es un valor
singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o
podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano
retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra
voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo
y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o
rechazarlo.
Este valor singular que es la dignidad humana se
nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto
que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los
seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera
por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una
realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un
trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados,
este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres
humanos.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de
pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la
enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el
individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo
digno y merecedor de respeto.
En ética, el positivismo y el empirismo afirman
que bueno y malo son decisiones meramente irracionales o puro objeto de
impresiones o reacciones, o sea, del campo emocional. Tanto en el positivismo
como en el empirismo existe aún, es verdad, la idea de valores, pero sólo como
una idea subjetiva o como objeto de consenso. El acuerdo por ejemplo de un
grupo o de un pueblo crea los valores.
En realidad esto conduce a un relativismo total.
Así por ejemplo, el grupo podría acordar que los judíos no son seres humanos o
que no poseen dignidad, y que por tanto se los puede asesinar sin miedo a
castigo alguno. Para esta teoría no existe ningún fundamento que se base en la
naturaleza de las cosas y cualquier punto de vista puede además variar de una a
otra época. No existe ninguna barrera segura de valores frente a la
arbitrariedad del estado y el ejercicio de la violencia.
Sin embargo, el propio conocimiento y la
apertura natural a los demás nos permite reconocer en ellos y en nosotros el
poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia, el
hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que
forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como
objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de
felicidad que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y
empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le
acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la
inconsciencia.
En resumen: ala vez que forma parte del mundo,
el hombre lo trasciende y muestra una singular capacidad - por su inteligencia
y por su libertad - de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta
finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden
superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo
denominamos "dignidad humana".
La dignidad propia del hombre es un valor
singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o
podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano
retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra
voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo
y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o
rechazarlo.
Este valor singular que es la dignidad humana se
nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto
que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los
seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera
por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una
realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un
trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados,
este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres
humanos.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de
pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la
enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el
individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo
digno y merecedor de respeto.
En realidad esto conduce a un relativismo total.
Así por ejemplo, el grupo podría acordar que los judíos no son seres humanos o
que no poseen dignidad, y que por tanto se los puede asesinar sin miedo a
castigo alguno. Para esta teoría no existe ningún fundamento que se base en la
naturaleza de las cosas y cualquier punto de vista puede además variar de una a
otra época. No existe ninguna barrera segura de valores frente a la
arbitrariedad del estado y el ejercicio de la violencia.
Sin embargo, el propio conocimiento y la
apertura natural a los demás nos permite reconocer en ellos y en nosotros el
poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia, el
hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que
forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como
objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de
felicidad que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y
empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le
acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la
inconsciencia.
En resumen: ala vez que forma parte del mundo,
el hombre lo trasciende y muestra una singular capacidad - por su inteligencia
y por su libertad - de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta
finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden
superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo
denominamos "dignidad humana".
La dignidad propia del hombre es un valor
singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o
podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano
retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra
voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo
y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o
rechazarlo.
Este valor singular que es la dignidad humana se
nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto
que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los
seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera
por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una
realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un
trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados,
este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres
humanos.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de
pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la
enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el
individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo
digno y merecedor de respeto.
Sin embargo, el propio conocimiento y la
apertura natural a los demás nos permite reconocer en ellos y en nosotros el
poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia, el
hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que
forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como
objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de
felicidad que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y
empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le
acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la
inconsciencia.
En resumen: ala vez que forma parte del mundo,
el hombre lo trasciende y muestra una singular capacidad - por su inteligencia
y por su libertad - de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta
finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden
superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo
denominamos "dignidad humana".
La dignidad propia del hombre es un valor
singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o
podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano
retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra
voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo
y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o
rechazarlo.
Este valor singular que es la dignidad humana se
nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto
que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los
seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera
por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una
realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un
trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados,
este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres
humanos.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de
pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la
enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el
individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo
digno y merecedor de respeto.
En resumen: ala vez que forma parte del mundo,
el hombre lo trasciende y muestra una singular capacidad - por su inteligencia
y por su libertad - de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta
finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden
superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo
denominamos "dignidad humana".
La dignidad propia del hombre es un valor
singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o
podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano
retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra
voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo
y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o
rechazarlo.
Este valor singular que es la dignidad humana se
nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto
que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los
seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera
por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una
realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un
trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados,
este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres
humanos.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de
pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la
enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el
individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo
digno y merecedor de respeto.
La dignidad propia del hombre es un valor
singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o
podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano
retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra
voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo
y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o
rechazarlo.
Este valor singular que es la dignidad humana se
nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto
que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los
seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera
por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una
realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un
trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados,
este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres
humanos.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de
pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la
enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el
individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo
digno y merecedor de respeto.
Este valor singular que es la dignidad humana se
nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto
que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los
seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera
por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una
realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un
trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados,
este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres
humanos.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de
pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la
enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el
individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo
digno y merecedor de respeto.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de
pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la
enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el
individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo
digno y merecedor de respeto.
Según fuentes policiales tiene traumatismo de
cráneo y hematomas en la cara y en distintas partes del cuerpo. Las agresiones
habrían acontecido en momentos en que el pequeño habría quedado al cuidado de
su padre ya que su madre se encuentra internada por un problema de salud en un
sanatorio de la ciudad.
El padre del niño tiene 20 años y en las
primeras horas de hoy una comisión policial se lo llevó detenido para que
brinde su versión de los hechos.
La familia vive en la zona norte de la ciudad.
Desde allí minutos antes de las 4 de la mañana el joven llevó a su pequeño de
dos meses para entregárselo a sus suegros. Ellos estaban en un sanatorio
privado al cuidado de su hija, madre del bebé, que está internada por un
problema de salud.
De inmediato lo trasladaron al hospital de
Niños donde se recupera mientras un comité interdisciplinario analiza su
situación.
La policía y la justicia investigan por estas
horas toda información que pueda echar luz en los hechos que produjeron las
lesiones del pequeño y preventivamente decidieron detener al padre del niño.
a) Consecuencias para la salud
b) Consecuencias físicas
c) Homicidio
d) Lesiones graves
REGLAS PARA EVITAR LA VIOLENCIA:
---Saber que no ser violento no es ser tonto,
cobarde, pusilánime, ni flojo
---Aceptar que uno también comete violencia
con mayor frecuencia la verbal y psicológica
---Reconocer que para pelear, dentro del
hogar, se necesitan, por lo menos dos personas, asimismo sucede en la oficina o
en el vecindario
---Aprender a manejar las propias emociones
significa controlarlas
---Aprender a comunicarse claramente
---Aprender a conocer y aplicar los valores y
los derechos humanos
---Querer no ser violento.
La violencia de Género mata en el mundo a más
mujeres que el cáncer, la malaria, los accidentes de tráfico y las guerras
juntas.
Un 70% de mujeres sufren en el transcurso de su
vida violencia física o sexual, ejercida por varones, en su mayoría esposos o
compañeros íntimos.
El feminicidio es el asesinato de las mujeres por
el hecho de ser mujeres.
Las mujeres y las niñas conforman el 80% de las
personas que son sometidas anualmente a la trata son mujeres y niñas. En su
mayoría son traficadas para la explotación sexual..." (Fuente: Educación en valores).
La violencia de Género mata en el mundo a más
mujeres que el cáncer, la malaria, los accidentes de tráfico y las guerras
juntas.
Un 70% de mujeres sufren en el transcurso de su
vida violencia física o sexual, ejercida por varones, en su mayoría esposos o
compañeros íntimos.
El feminicidio es el asesinato de las mujeres por
el hecho de ser mujeres.
Las mujeres y las niñas conforman el 80% de las
personas que son sometidas anualmente a la trata son mujeres y niñas. En su
mayoría son traficadas para la explotación sexual..." (Fuente: Educación en valores).
Un 70% de mujeres sufren en el transcurso de su
vida violencia física o sexual, ejercida por varones, en su mayoría esposos o
compañeros íntimos.
El feminicidio es el asesinato de las mujeres por
el hecho de ser mujeres.
Las mujeres y las niñas conforman el 80% de las
personas que son sometidas anualmente a la trata son mujeres y niñas. En su
mayoría son traficadas para la explotación sexual..." (Fuente: Educación en valores).
El feminicidio es el asesinato de las mujeres por
el hecho de ser mujeres.
Las mujeres y las niñas conforman el 80% de las
personas que son sometidas anualmente a la trata son mujeres y niñas. En su
mayoría son traficadas para la explotación sexual..." (Fuente: Educación en valores).
Las mujeres y las niñas conforman el 80% de las
personas que son sometidas anualmente a la trata son mujeres y niñas. En su
mayoría son traficadas para la explotación sexual..." (Fuente: Educación en valores).
Encuesta a mi
familia:
Estadística: 1ra: Un total de 10 personas murió por ataques con arma blanca en
2005.
2da: Jugadores de Instituto de Córdoba fueron amenazados de muerte por sus
barras bravas.(Sacado de http://www.la-razon.com).
3ra: Lentable es el saldo de un estudiante gravemente herido y varios policías
lesionados, como resultado de manifestaciones de protesta contra el denominado
Nuevo Bachillerato.
4ta:
El episodio violento del martes en Santa Cruz quedó registrado en un video que
fue reproducido ayer en varios canales de televisión, donde se vio cómo los
militantes de la UOCRA atacaron con violencia a los docentes que reclamaban por
aumentos de salarios ante el Gobierno K de Daniel Peralta.(unos de los
hechos).Así como en Santa Cruz pasa en muchos lados.
Estadística: 1ra: Un total de 10 personas murió por ataques con arma blanca en
2005.
2da: Jugadores de Instituto de Córdoba fueron amenazados de muerte por sus
barras bravas.(Sacado de http://www.la-razon.com).
3ra: Lentable es el saldo de un estudiante gravemente herido y varios policías
lesionados, como resultado de manifestaciones de protesta contra el denominado
Nuevo Bachillerato.
4ta:
El episodio violento del martes en Santa Cruz quedó registrado en un video que
fue reproducido ayer en varios canales de televisión, donde se vio cómo los
militantes de la UOCRA atacaron con violencia a los docentes que reclamaban por
aumentos de salarios ante el Gobierno K de Daniel Peralta.(unos de los
hechos).Así como en Santa Cruz pasa en muchos lados.
Gerónimo Parra
“La dignidad humana es aquella condición especial
que reviste todo ser humano por el hecho de serlo, y lo caracteriza de forma
permanente y fundamental desde su concepción hasta su muerte”.
Pablo Roman
La dignidad humana, un valor fundamental.
GRUPO
G:CONVIVENCIA